Toda fábula en esta vida nace de un suceso real, toda ficción está inspirada en la propia historia y todo lugar tiene sus curiosidades y leyendas. No es ninguna novedad que los ancianos de los pueblos acostumbren a contar historietas a sus nietos, ni que las familias que lo conforman suelan estar tan unidas entre ellas que ni siquiera cierren la puerta de su hogar con llave.
Esto genera habitualmente situaciones en las que la nueva sangre de los pueblos escucha los orígenes del mismo, los rumores y tradiciones de la boca de los más mayores. Normalmente, estos narradores están acostumbrados a soltar densos monólogos e incluso a decorarlos con frecuencia, y esto genera las mejores leyendas en cada pueblo. En lo que a Sant Andreu de Llavaneres respecta, no nos quedamos atrás.
El nombre de Sant Andreu de Llavaneres
Su nombre, sin ir más lejos, parte de una historia etimológica popular, muchas personas no creerán en ella, pero nunca está de más saber de su existencia.
La forma más antigua del nombre es conocida como “labandarias” y data del año 968, encontrado en ciertos textos de unas tierras del Monasterio de Sant Pol de Mar. Unos 20 años más tarde, se volvió a acuñar el término en un escrito perteneciente a la parroquia de Mata que dicen así: “… de Oriente en ipso terminio de labandarias, de meridie in undas maris, de occiduo in arenio de valledex, de cirio in terminio de durios…” que en castellano actual vendría a decir algo así como “el este y en el terminio de labandarias, alrededor del mediodía sobre la ola del océano, el escenario del arenio valledex, más duro el cirio en terminio”.
Es lógico que estos registros se reduzcan a papiros antiguos religiosos, ya que por aquel entonces Llavaneres no era más que unas pocas masías dentro de un barrio de la Parroquia de Mataró.
Además de aquel término histórico, si le damos un par de vueltas a la versión actual del nombre, llegaremos a la conclusión de que, si leemos “Llavaneres” del revés, queda como nombre “Serena Vall” (sereno valle). Esto tiene bastante sentido cuando nos paramos a pensar que el pueblo se encuentra en un valle, justo en el medio de dos montañas, por lo que está claro que los primeros habitantes de la zona optarían por elegir este original nombre.
Un hombre ilustre para Llavaneres: Josep Calasanç Vives i Tutó
Para muchos, este es el nombre de una de las figuras más importantes en la historia de Llavaneres. Nació el 15 de febrero de 1854, realizó sus estudios en las Escuelas Pías de Mataró y se convirtió en fraile capuchino, viajó por todo el mundo, pasando por Tlousse, conocida tradicional mente en la época como Tolosa de Francia tras la revolución liberal.
También llegó a Latinoamérica, conoció Guatemala y estudió también en la Universidad de Santa Clara, en California. Sin embargo, uno de sus mayores logros lo realizó en Roma, donde se convirtió en cardenal. Justo a la mitad del siglo XX, su ciudad natal construyó un monumento en su honor, pero sus restos tuvieron que aguardar hasta el 2003 para poder volver a la comarca del Maresme desde la capital italiana.
El importante desembolso tras la independencia para reliquias religiosas
Después de haber logrado su independencia, los llavanerenses se pusieron de acuerdo para levantar una nueva iglesia que actualmente es conocida como la antigua iglesia o directamente como el cementerio. Se llevó a cabo sin escatimar en cuanto a dinero, querían algo de enorme calidad y, por eso mismo, le fue encargada a un arquitecto con mucho prestigio en su época: Pere Blai, que cuenta entre sus obras con la fachada del Palau de la Generalitat.
En 1582 también se contrataron a varios escultores de alta consideración para la elaboración de un retablo, entre los artistas destaca Gaspar Huguet, que murió antes de ver terminada la obra. También hay que mencionar a Joan Baptista Toscano, quien realizó los frescos del Retablo de Sant Andreu que acabó siendo inaugurado en 1611.
Monumentos y curiosidades
Existen muchos lugares emblemáticos en el pueblo. Sin ir más lejos o, mejor dicho, yéndonos lo más lejos posible, encontramos el yacimiento arqueológico más antiguo del territorio, las Rocs de Sant Magí, ya mencionadas en el blog. Están situadas junto a una lujosa urbanización conocida como “Supermaresme”, en la sierra de Montalt. Las rocas graníticas conforman una seria de grutas y formaciones que se estima que llevan ahí desde la época neolítica. Además de las rocas, también destaca un horno de cerámica de la misma época en el Torrent de les Bruixes, el cual recuerda el supuesto paso de figuras ‘brujiles’ que ha habido en tierras del Maresme, y una necrópolis cerca del Pla de Sant Pere.
Al margen de estas reliquias de la historia, en Sant Andreu de Llavaneres se pueden encontrar numerosas casas como la Torre Gran, Cal Mates, Ca l´alfaro o Cal Tomàs entre muchas otras, las tres últimas destacan por su estilo más gótico o la iglesia del cementerio que hemos comentado más arriba, del siglo XII, cuenta con un templo neoclásico singular en su centro, más propio del siglo XIII. Existen multitud de construcciones coetáneas en la localidad, distintos edificios modernistas y casas del arquitecto Joaquim Lloret Homs.
Actualmente, aparte de los monumentos históricos, existen otras atracciones turísticas como el club de golf, que además incluye dos campos de ‘pitch & putt’, o el puerto deportivo del Balís, que dotan a Sant Andreu de Llavaneres de un aire ciertamente elitista.
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